Ahora que ha pasado un tiempo prudencial y la adrenalina de la exposición y compras ha bajado, podemos hacer un sosegado balance de nuestra segunda aventura.
Tras el éxito del año pasado nos lanzamos con renovada ilusión a repetir y mejorar los resultados.
Este año, gracias a los buenos contactos de Javi, se aventuraba una mayor afluencia de expositores y así fue. Fueron 19 (hay que sentir la baja de Emile Hamoniaux por fallos mecánicos de su transporte) los que sus plantas aportaron y dado que el espacio, aunque es amplio, no podía a todos acoger, fue necesario completarlo con el largo pasillo porticado de enredaderas que complementaban el entorno de La Rosaleda ya de por sí bello. Espacio inmejorable para una feria de plantas
Como la asociación va ampliándose constantemente, ya somos 120, este año el grupo de voluntarios fue más numeroso y suficiente para completar el trabajoso esfuerzo de preparar todos los complementos que la expo requería.
El viernes ,desde la mañana, se dedicó a poner mesas (50) en original colocación en espiga que ampliaba el espacio para las plantas, así como manteles, sillas, etc. Este año se compraron pérgolas por si era necesario parar el inclemente sol que estos días hizo y, aunque la pérgola ajardinada hizo su trabajo, embellecieron los puestos que allí se situaron.
En ello estábamos cuando la hora de la comida se nos echó encima. Ágape agradable, tertulia monotema o casi que sirvió para acrecentar los lazos.
Menos mal que el lugar de la expo dispone de aire acondicionado (que este año brilló por su ausencia) porque con la que estaba cayendo lo hubiéramos pasado mal. El resto de la tarde lo dedicamos a descargar, llevar y ayudar a ordenar las plantas de aquellos expositores que ya habían llegado.
Aquí, hay que decir, los nervios se veían aumentar y por qué no decir los deseos, pues conforme las cajas se iban distribuyendo, furtivamente los ojos acompañaban a aquellas plantas objeto de un esperado encuentro. Terminado el trabajo más arduo, nos fuimos a nuestras casas para descansar y rumiar las emociones cactuseras.
El sábado, como día festivo, acrecentó el número de voluntarios y necesarios fueron porque había que completar antes de las 10 la totalidad de aquellos puestos que el día anterior no se habían colocado.
Para esa hora todo estaba perfectamente completado y el panorama de tantos cactus hacía que los ojos no pudieran fijarse en algo concreto pues una visión era arrastrada por otra.
Rápidamente el espacio comenzó a llenarse de público y aquello fue el «sálvese quien pueda».
Hubo puestos para todos los gustos, puesto que éstos ya llevan implícita cierta especialización, así cada cual pudo ir eligiendo aquellas plantas que a su afición o pasión más convenían.
A media mañana tuvo lugar la charla de nuestro socio Raúl Salazar sobre tierras y trasplantes . Hay que decir que, aunque ya tenemos experiencia, siempre se aprende. Hace gracia ver los comentarios del neófito público que por primera vez acude a esta experiencia, cómo se les rompen prejuicios o tópicos sobre el mundo de los cactus y la cara de satisfacción por haber aprendido. Exposición clara y nada compleja sobre algo que por parecer sencillo conlleva a muchos errores.
Mientras la sala se llenaba de público, un grupo de socios seguía con sus labores de mantenimiento, colocación de carteles a lo largo del perímetro del parque, atender las necesidades de los expositores, explicaciones al público, venta de números para la rifa y preparación de la comida que gracias a las aportaciones de aquellos voluntarios se realizaría.
Hay que decir que el momento de este ágape es de lo más bonito y agradable ya que nos llegamos a juntar unas 50 personas, cada uno de nosotros aportamos nuestro parecer e invitamos a los expositores que así no tienen que salir del recinto y continuar con la labor para la que han venido, vender. Este rato acrecienta los lazos y ayuda a que los esfuerzos merezcan la pena.
La hora de cerrar se nos echó encima rápidamente, última rifa (los expositores aportan plantas para ella) y todos con nuestras compras nos retiramos a nuestros hogares.
El domingo, como todo estaba colocado, no hacía falta madrugar.
Hay que agradecer a la dirección del parque la amable atención y predisposición para todo lo que sea necesario, como el lugar queda vigilado es de agradecer que no haya que mover nada y la tranquilidad que ello supone.
En la primera hora se notaba que la gente no quería madrugar, pero conforme la mañana transcurría, el público comenzó a llenar la sala y fue una repetición del sábado.
Los más inquietos y que en mayor medida habíamos satisfecho nuestras ansias compradoras, acudimos a la charla que Manuel Muñoz «Manolithops» daba sobre pautas de cultivo y nociones básicas sobre identificación de los Lithops. Mira que son bonitos pero no por ello fáciles de cultivar. No entiendo cómo se puede aprender tanto nombre y diferenciarlos. Mis ojos salieron, como el año pasado, llenos de ventanitas y mi cerebro hecho un lío. Aún así es un mundo que atrae y cada vez se aprende más de esas miniaturas. Un dominio total del tema y una charla amena y clara que volveré a escucharla si se repite el próximo año.
Lo que quedaba de la mañana se aprovechó para ultimar las compras y realizar la última rifa que nos ayudaría a complementar los gastos.
A las 14 se cerró la feria y tras amablemente impedir la entrada de aquel público rezagado, nuevamente nos juntamos todos para ultimar la comida que sellaría los buenos momentos y deseos de volvernos a juntar el próximo año.
Os dejamos también una fantástica crónica en vídeo que hizo nuestra compañera y amiga Irene de Amalasplantas:
Antonio Alfaro – Vocal de CACSUMA
CACSUMA 